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ste artículo es original de mi amiga la Lic. Patricia Liranzo (Psicóloga), y originalmente publicado por la Revista Charme del mes de mayo. Lo comparto porque lo considero un muy interesande punto de vista ( no sólo viéndolo en el plano de las relaciones, pero aplicándolo a la vida misma en sentido general).
Se encuentran cuatro amigas reunidas en el sofá de Rita, una de ellas. Rosalía, Rebeca, Raquel y Rita quienes por “Sincronicidad Junguiana”, como usualmente dice Rebeca, se encontraron hace ya algún tiempo. “Las Chicas Rs” les decían en la universidad. Las cuatro con tanto en común y tan diferentes a la vez. Cuantos atardeceres y cuantas vivencias han sido compartidos en los diferentes sofás de los distintos hogares de Rita (pues no es que Rita se haya casado mucho sino que se ha mudado bastante).
Cuatro es el numero mágico de éstas amigas y casi hermanas quienes hace mucho tiempo prometieron que como mínimo celebrarían cuatro veces al año eventos familiares juntas, que no podía pasar mas de cuatro días sin llamarse una a la otra, y lo máximo que podían dejar de verse sería cuatro meses y que cuatro era el numero máximo de llamadas que podían hacerse en un día. Pero esa es una historia para ser contada en otro momento.
Se encuentran conversando de todos los temas posibles, que pueden platicar cuatro mujeres tan cercanas. Desde los niños, la escuela, los trabajos, la situación del país, la moda, los actores y actrices, hasta sus preocupaciones y sin faltar los temas favoritos: el amor, las relaciones y los hombres. Como dice Raquel con su acostumbrado cinismo: “El tema del amor, los hombres y las relaciones pueden ser todos mutuamente excluyentes”, ésto siempre genera una risa general llena de complicidad. Rosalía quien continua soltera, a veces feliz y otras muy triste, les cuenta que ella ha conocido a un hombre espectacular. Se llama Arturo y es comprensivo, sensible, cuidadoso, inteligente, no es tan buenmozo, pero es súper agradable. Se llevan tan bien… que parece que se conocieran de años y tan solo tienen 6 meses conociéndose.
Se siente tan cómoda con él, añade casi en un suspiro. Pero (siempre hay un pero) Arturo tiene novia, pero Rosalía piensa que si él se fijó en ella es porque algo debe de andar mal con su relación. Es una situación difícil para ella, pues respeta mucho las relaciones, y se siente mal dándole entrada afectiva. Pero es que irremediablemente no puede, le encanta demasiado y ella sucumbe a este encanto.
Rita que es la más comprensiva de todas le dice que a lo mejor puede ser así, pero que lo más importante es como se siente ella y lo que quiere hacer de ésta relación. Raquel solo le dice: “¡Ja!, no seas pendeja ese tipo lo que quiere es poner una sucursal contigo, te ofrecerá el cielo y las estrellas, y al final no te dará nada, solo te mantendrá en un circulo emocional; pues si tú eres tan fantástica ¿Por qué no termina su relación, te elige a ti, y se queda contigo? ”. Raquel respira fuerte y dice: “¡No!, no me lo digas; ya lo sé porque es algo complicado y difícil de explicar no es una situación fácil, típico de todos los hombres”.
Rosalía se expresa indicando que ella lo sabe, y le planteó que no pueden tener una relación, pero Arturo continua muy cerca, ella cree que es el hombre de su vida, es lo más cercano a su sueño de hombre, siempre con detalles, y esos detalles hacen que ella caiga más y más en una vorágine emocional. El le explica que pueden ser amigos, que no la quiere fuera de su vida, que el sabe que no puede responderle en éste momento como ella quisiera, pero que Rosalía es lo mejor que le ha pasado, ¡la mujer de su vida!
Rita se queda en silencio pensando lo impactante de las palabras de Arturo en el mundo de Rosalía. Raquel resopla de la rabia pensando que todos los hombres son iguales, unos bandidos, que quieren lo mejor de los dos mundos sin ningún sacrificio. Rebeca quien ha permanecido en silencio le dice a Rosalía y a las chicas lo siguiente:
“Los sentimientos nacen espontáneamente, llevan diferentes velocidades y se van alimentando con el contacto y más si es de todos los días. No dudo que tu amigo sienta todo eso por ti, y que tú lo sientas aún más. Pero generalmente los hombres nunca se quedan con las mujeres de sus vidas, quizás porque son tan espectaculares que ellos no pueden con el estándar de “la mujer de su vida”, pero aquí lo importante no es lo que él pueda o no sentir, sino lo que tú eres capaz de sentir y hacer estando cerca de él. Te comprendo perfectamente y cómo te comprendo!” Rebeca suspira y continua : “por eso te sugiero apliques lo que llamo: La Teoría de la Ardilla”.
"La teoría de la Ardilla consiste en que tú, tu amor, lo que sientes y el conjunto de tus sentimientos son la ardilla, y Arturo es el león, ese hombre grande, que te seduce con su larga melena, que te protege con su tamaño y fortaleza, que te hace ser brava y arriesgada. La ardilla no puede contra el león, él es grande, fuerte, y ruge para demostrar su dominio, puede devorarte en un segundo. La ardilla sin embargo es pequeña, ágil, alegre y juguetona; por lo tanto como no puede enfrentarte a ese león que todo en su estructura se impone; corre como sólo una ardilla sabe hacerlo -lo mas rápido posible de ese león-. Rosalía, huye como huiría una ardilla al encontrarse inesperadamente con un león, la ardilla no se detiene a pensar, reacciona, corre, huye para preservar su vida; Rosalía corre para preservarte emocionalmente.
Sabes por qué? Porque tu amor y lo que te hace sentir esa persona es tan grande e impactante que no tienes fuerzas para combatirlo, es como dice mi amiga que vive en Alemania: “no es porque no me guste, sino porque me pueda gustar demasiado”, y ésta situación estimada Rosalía te podría llevar a transigir tus propios principios, pues al fin y al cabo eres una mujer que como todas pensamos: “El se va a dar cuenta lo maravillosa que soy y me va a elegir”, huye mi pequeña ardilla hasta que estés lo suficientemente fuerte para enfrentar ese león”.
Después de estas palabras, hubo un silencio profundo y al compás de la complicidad que dan los años las cuatro se quedaron reflexionando pues sabían que necesitarían tiempo para internalizar la teoría de la ardilla de Rebeca. Además, era seguro que la famosa ardilla sería el primer punto de agenda de la próxima reunión. Las cuatro se miraron con complicidad y una amplia sonrisa se hizo presente en sus caras mientras Rita pregunta si alguien más quería vino.
(Artículo editado por razones de espacio)
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